TRES DIAS DE VERANO
Calurosas presencias que oprimían el ambiente
Era sábado 7 de agosto, aunque lo mismo da…
Pues la fecha era ambivalente
El calor era enloquecedor
Lo más frío que podía encontrarse era el calor del radiador.
A eso de las 5 de la tarde por el camino del caserón
Un Renault 5 de color gris apareció.
De él se bajaron cuatro personas
Los señores del caserón les acogieron cortésmente
Esa misma noche comenzaron a sonar las carcomas…
Un maletín lleno de billetes viejos de pesetas
En el maletero del coche había fusiles con deseos de vendetta…
Era tarde ya…pues la noche había caído con su hermoso manto
De mil colores , como lágrimas que lleva un eterno llanto.
Haciendo las maravillas del más exigente esteta…
8 de agosto por la mañana. El teléfono retumba
A través de las paredes la gente que murmulla…
Y en medio del embrollo un tal Carlos Cortés
Sale de la sala acompañado de un halcón maltés
El señor de la casa le advierte:” no te vayas mamarracho…”
“a las 5 y media te quiero en mi despacho!”
Más con esas el tal Carlos la estancia y la casa abandona
Firme y seguro, tan solo le faltaba la capa y la corona.
A las 8 de la mañana del 9 de agosto con los primeros rayos del sol
Joaquín y sus hermanos montan en el auto, ponen gasolina
Y salen a coger la carretera raudos…
En el maletín escopetas tres, esta vez las 3 cargadas.
Van a casa de Miguel “el manco” quien en el pueblo tenía un estanco.
Van a hacer negocios y a contarle sus planes.
Joaquín siempre firme , sus hermanos tiemblan como flanes…
10 de agosto, 3 y media de la tarde.
Los rayos golpean inclementes…
Bajo él sudan en abundancia las 4 frentes
de las cuatro personas que con 3 escopetas y una pistola…
Montan guardia juntos en la puerta de la casona.
De la casa salen 5 personas, entre ellas el señor de la casa
No les da tiempo ni a ver…
Las escopetas que con ellos arrasan.
Dejando finos hilos de roja sangre
Mientras ellos caen pesadamente en el suelo del jardín
Cuando tan solo tres minutos
De las 4 menos veinticinco pasan …
El calor y la chicharra con su chirriante quejido
Eran los únicos testigos
Del cruel crimen que se había cometido.
-Ángel Alberquilla- (Aka Angelo Bennings)
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