Regocijándome en todo aquello que puedo
Enorgulleciéndome de todo lo que se me permite
Pulsando fuerte las teclas y sin ponerles freno
Escuchando el peculiar sonido que la máquina emite
Escogiendo más allá de lo expuesto
Y observando más allá de lo permitido
Como un traficante en mitad de un arresto
Como una tranquila anciana tras un tremendo alarido
Portador siempre de dudas peculiares
Salvaje y solitario cual sucio forajido
Tratando de moldear mis virtudes
A lo que cada situación me ha permitido
Repicando las campanas de la medianoche
Tornando rotura de cristales en escandaloso estallido
Llamando siempre las atenciones
Con los pies vacilantes pero el pulso decidido
Que le voy a hacer si así Dios me ha hecho
Que culpa podré tener yo…
De no estar nunca satisfecho.
domingo, 31 de agosto de 2008
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